"No voy a dejar que lo cotidiano mate las sensaciones que mueven el corazón. Ni a dejar que el paso del tiempo nos convierta en polvo sobre el olvido. Somos una piedra colocada sobre el viento para impedir que escape la existencia"
La música es el verdadero lenguaje de la vida, también es su silencio. Ella convierte el pasado en presente y envuelve de nostalgia y
permanencia lo que creemos perdido o escondido. En ese universo donde todo es todavía
misterio, ella es la guardiana de lo desconocido.
A mí este texto tuyo me lleva directamente a mirar en ese espacio, si es que es espacio, negro desde luego sí, más allá de la luz, ese espacio no recordado que es en esencia la esencia de todo: lo que vemos y lo que no, lo que es y lo que no.
ResponderEliminarY a dormir tranquilo porque de repente me recuerdas que esto que somos es sólo la música de las estrellas, o la explosión del silencio que es lo mismo. Todos en fin somos algo que no puede ser de otra manera, casi como un poema.
Va.
Un abrazo.
P.D.
La amiga, muy amiga del Abad de Orzean, se ha buscado un Administrador de Blog y anda por mi bitácora. ¡Susssssss!
Magnífico comentario, Santiago, que completa la entrada. No podía ser de otra manera en un pensador y escritor de tu nivel. Ah, la advertencia de la P.D. se la pasaré al Abad de Orzeán :-)
ResponderEliminarEs cierto, Emilio, una determinada canción es una máquina del tiempo que nos traslada a ese instante que creíamos olvidado. No hace falta escucharla en la radio del coche. La llevamos incorporada en nuestro ADN. Y un simple suceso hace que salte, como si se conectara una jukebox con nuestros grandes éxitos y fracasos. Ya me contarás cuál es tu banda sonora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, es cierto, Jose. La música, algunos temas, se quedan siempre dentro de nosotros, yo creo que llegan a formar parte de nuestro adn, sí, y nos acompañan dispuestos a saltarnos a la mente o al corazón a poco que tengan la oportunidad. Que comentario más bonito... y más certero. Respecto a mi banda sonora... es múltiple... pero seguro que tiene varios temas incorporados de Dylan, Sabina, Cohen... y Beethoven. Es que en algunas películas cabe casi todo... y nada excluye nada.
EliminarMe ha gustado eso que pone Jose Antonio López Rastoll de la banda sonora de nuestra vida. Empieza con los primeros acordes vividos... y termina con otros acordes. Seguro que los acordes finales incorporaràn a los primeros. Luego hay temas que, por alguna razón, hicieron saltar algo dentro de nosotros. A mí personalmente hay un tema que, quizás por haber vivido en Inglaterra unos años y ser el himno no oficial del país me toca dentro: Jerusalem. Y también la "Marcha de Pompa y Circunstancia" de Sir Edward Elgar. Y algunos temas de mi infancia y adolescencia nunca los olvidaré... pero esos no los enumero. Ah: la adolescencia y la infancia, en temas de música, se extiende durante muchos años :-)
ResponderEliminarLa música… Como bien dices, la guardiana de lo desconocido, que sin poder cambiar el mundo, si logra, sin embargo, que el mundo cambie cada vez que escuchamos una canción que nos hace vibrar… el alma antigua de esa memoria colectiva que nos ayuda a entender cosas y a sentir que no estamos solos.
ResponderEliminarQué bonita entrada, Emilio, y qué buenos son los comentarios que preceden al mío. Todo un placer.
Besos y abrazos.
Pues el tuyo es precioso también...gracias. Yo creo que sin la música el planeta giraría... pero nosotros no podríamos girar con él :-) Dicen que en el espacio exterior todo es un gran silencio. Pero yo creo que la música es parte del silencio, del verdadero silencio. Ese que nos envuelve y no necesita de palabras para ser comunicar.
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