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miércoles, 28 de septiembre de 2011

LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ


"EL TIEMPO ES COMO UN VIENTO CONSTANTE QUE ARRASTRA LA MEMORIA Y LOS DESEOS.
UN VIENTO INMISERICORDE QUE SALTA SOBRE LA VIDA Y DESTRUYE TODAS NUESTRAS BARRERAS"

El tiempo, depredador y usurero, jugador de ventaja, violador de todos los sueños.

viernes, 23 de septiembre de 2011

AVERROES

Si la Divinidad
sólo conoce a la especie,
no al individuo,
el poeta es un error
de la Divinidad,
una corriente fugitiva,
un desertor
de los designios
universales.
Y cada palabra,
cada gesto,
cada acto de piedad,
es una pequeña rebelión
contra el orden cósmico.

Sólo el Hombre es capaz
de descubrir la esperanza.
Sólo él es capaz de proteger
el descubrimiento del alma.

Averroes,
destruidos sus sueños
por sus propias reflexiones,
murió defendiendo
el sentimiento trágico
de la sabiduría.

Tratando de alejar al Hombre
de la crueldad de su destino
.


(Emilio Porta. Del libro "Navegación del vacío")



jueves, 1 de septiembre de 2011

RAZONES

No me gusta compartir la realidad, sólo la irrealidad.

Por eso estoy en este blog. Por eso camino con facilidad por el mundo de los sueños. Todo lo que me rodea es irreal, aunque sea concreto. No imaginario, sino real en su irrealidad, tangible. Porque todo está teñido de la percepción de los deseos, de un modo de mirar, de ver. Personas, objetos…todo lo que forma parte de los entornos que otros dicen que es el mismo y que para mi es un espacio personal siempre diferente. Si a veces - no muchas y siempre con escasas personas - lo comparto, necesito que el que lo hace conmigo sea capaz de salir de lo que los demás llaman realidad, y hacerlo a través de la palabra, el gesto, o el silencio, que es un gesto también.

A veces compro pan, leche, trabajo en lo necesario, cobro, pago, me alimento - a deshoras bien es cierto y no como la mayoría lo hace normalmente - y monto en una pequeña moto urbana - que es una cabalgadura para que el tiempo no me aplaste y ella pueda llevarme, en pequeños vuelos circulares, dentro de la ciudad - o cojo el coche - poco - y pongo música para convertirlo en un habitáculo que me haga sentir su pequeño espacio aislado, su pequeño interior convertido en un lugar personal donde sólo caben aquellos que de verdad me acompañan, aquellos capaces de dar un salto en el vacío y escapar al universo propio de la libertad huyendo de tópicos y sendas predeterminadas, de las ideas y los conceptos imperantes, de falsas verdades…

Yo me muevo atravesando puertas...pero esas puertas no son siempre perceptibles. Mi puerta – una y varias - pasa de un mundo de explicaciones y de obligaciones a un mundo de implicaciones. Esa puerta me cuesta poco trabajo abrirla en mi mente…y demasiado en la realidad. Que también la habito, ciertamente. Es la que me permite abandonarla, la que me da de comer, la que me suministra la electricidad gracias a la cual transcribo mis sueños. Y los guardo. Y los conservo.

Por ello necesito escribir. Para fijar los instantes. Para retener las emociones y los pensamientos. Por eso mis habitaciones interiores están en perfecto orden aunque casi nadie entienda ese orden. Y las exteriores mantienen una apariencia de colores y formas mágicas, que intentan parecerse a una nave que viaja más allá de los límites de sus paredes, más allá de los confines determinados por la sociedad. Esa es la cuestión, la sociedad y sus modos, los conceptos que conlleva la existencia, la organización decidida y dispuesta por siglos de necesaria supervivencia colectiva. Y me llevo mal con ella, aunque la necesite. Porque entra en conflicto con mi libertad, no sólo de pensar, sino de ser. Y, sin embargo, es esa misma sociedad, bendita sea también, la que viene en mi auxilio cada día. La misma que, a través de los otros, me ofrece la posibilidad de escapar, pero también de vivir. Ella crea los marcos de mis actos, las figuras determinantes de mis recuerdos. Ella, el objeto de mi rechazo y, al mismo tiempo, el objeto de mi pasión.

Amo la vida, aunque me parezca terrible. Amo, o acepto, el dolor que me produce la ruptura de los sueños porque amo la gloria que también acarrea su existencia. Esa guerra dialéctica de la asunción de lo que pasa, de lo que es, está en la esencia de mi integridad, en la esencia de mi escritura. Escritura...el instrumento “ aprehendido” que me hace renacer, que me permite que pueda trasladar lo que, de otro modo, sería incomprensible. Ella me permite no estar destruido, ni destruir a los que quiero. En un escrito se puede decir lo mismo que en una mirada, pero de forma más extensa, más puntual, no siempre encontrándonos en presencia física, en la presencia real. En la escritura conozco, y me reconozco en los que son como yo.

Es la inteligencia emocional el único barco que deseo compartir. “Es mi barco mi tesoro, es mi dios la libertad, mi voz la fuerza y el viento, mi única patria la mar…” decía José de Espronceda, en ese poema sin música, pero llena de ella, que todos los que hemos estudiado literatura en castellano, conocemos y algunos amamos especialmente: La canción del pirata.

Creo que siempre he intentado ser un pirata. De pequeño, como un juego inocente, después como una actitud. Un pirata que no quiere robar nada a nadie, sólo navegar sólo o con una tripulación que entienda sus pequeños aislamientos en su puente de mando interior y que lleven el mismo rumbo o, al menos, un rumbo parecido.

Todo es elección. Elección, esa es la palabra, aledaño imposible siempre, trinchera de la libertad. Elección de camino, de actitudes, con respeto de individualidad y selección de cuaderno de bitácora. Sí, por eso estoy en esta página. No es una ventana concreta. Es mi modo mismo de andar, mi modo de mirar.