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lunes, 26 de abril de 2010

MICRORELATO MÍNIMO DIALOGADO

- Hola, me llamo Jaime. Soy escritor.
- Hola, me llamo Luis. Soy hablador.

REFLEXION A MODO DE EPÍLOGO.
Este relato tiene connotaciones, desde mi punto de vista, obvias.
Y sobre todo, profundas. Es un relato anti-ego, que nos conviene leer despacio, detenidamente, a los que escribimos, sobre todo a aquellos que creen que escribir es algo que está por encima de otras cosas, que entraña prestigio (?) en nuestra sociedad y una aureola de distinción.
Esto, sin duda, fue así en otro tiempo. En aquél en que los escritores pertenecían a una elite y formaban, prácticamente, una casta.
Hoy hay tal abundancia de escritores que pienso que deberíamos profundizar en el contenido de este relato: una vuelta al realismo, que yo llamaría “realismo desnudo”, y que se caracteríza, además, en este caso, por ofrecernos una narración ácida, sarcástica, lacónica, con las palabras exactas para lo sugerido y que nos hará reflexionar sobre nuestra idiotez al pensar que somos merecedores de gloria y alabanza y no darnos cuenta del ridículo que supone que el que escribe se considere un elegido de los dioses, un ser especialmente valioso y digno de las más altas consideraciones.
Y bien que lo siento, porque yo también soy escritor.

viernes, 9 de abril de 2010

NO FUERON TUS MANOS...

No fueron tus manos, sino las mías las que ganaron la pelea, a pesar del triunfo que te adjudicaron los jueces, Charlie. Estaba claro que, hiciera lo que hiciera, los apostadores no iban a perder su dinero y el “tongo” estaba decidido. Y no será porque no te puse un ojo a la funerala y te salté tres dientes, pedazo de burro, porque boxear, hijo, de lo que se dice boxear, no tienes ni puñetera idea… ¿Cómo es posible que estés imbatido en tus veinte peleas anteriores y diecinueve de ellas las hayas ganado por K.O.? Sí, llevas camino de disputar el Campeonato del Mundo...pero eres un lerdo, un soplagaitas que no tienes dos sopapos… Eso sí, se acabó la sonrisita y el guiño a las nenas al subir al ring, porque, con la manta de golpes que te di tienes para una reparación en regla… a pesar de que te lleven al mejor esteticista. Te dejé hecho un cromo… que sí, hombre, que sí, que no me dio la gana aceptar “vuestra” oferta, ni tampoco me dieron miedo las amenazas… Que una cosa es lo que dijera mi manager al concertar la pelea… y otra lo que pensaba yo en mis adentros. Que era mi último combate, que me podía llevar un buen pellizco, que, de todas formas, iba a perder, que vete tú a saber qué pasa con mi futuro, gansters,
que sois unos gansters… Pero como estoy sólo y poco me podéis quitar, sólo la vida, pues mira, me di el gusto de tirarte cuatro veces a la lona mientras en tu rincón no se creían lo que estaban viendo. Eso sí, aguantaste hasta el final. Y es que ya no soy el de antes. Hace unos años te habría tumbado y ni te habrías podido mover en el primer round. Ahora, con casi 40 años, no pego igual… pero vamos, que si no llega a ser por la compra de los árbitros ya me dirás tu como ibas a ganar… si ni me rozaste. Ya ves: algunos periódicos hablan de inhabilitación para los árbitros, de repetir el combate. Pero yo sé que no lo vais a consentir, que fue mi última pelea. Eso sí, cuando alguien te pregunte quien te ha cambiado la cara diles que fueron mis manos, las mías, las de Bob Acuña, un viejo, ya ves, pero que al que no le compra ni su padre.

Port