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domingo, 6 de noviembre de 2011

FÍSICA Y QUIMICA

Ibuprofeno y otros complementos que permiten seguir leyendo.

Y viviendo. Hace mucho tiempo que se que el ser humano es física y química. Una estructura de tejidos relacionados entre sí a las que el cerebro dirige a través de su casi infinita red de neuronas. El sistema simpático y el parasimpático determinan nuestras actitudes y movimientos y permiten las respuestas adecuadas o inadecuadas no solo de nuestra mente, sino de nuestro extraño corazón, un órgano que hace a la vez de motor y de caja de los sentimientos, al menos así lo hemos determinado, y así lo percibimos. Sobre las teorías últimas de que en el corazón existen neuronas y sus correspondientes dentritas no me voy a pronunciar pues, ni conozco los últimos estudios aparecidos en Estados Unidos al respecto, ni soy un científico. Lo que si parece fuera de toda duda es de que hasta las más elementales reacciones intelectuales y todo tipo de sensaciones se producen en un entorno físico alimentado por lo que llamamos reacciones químicas. Dado que esto es así, voy a expresar ahora mi postura sobre el tema concreto de los equilibrios y los desequilibrios en el recipiente y sus subidas y bajadas. En primer lugar debo declararme naturista. Pero no naturista ciego. Yo creo que el cuerpo es sabio y reacciona de acuerdo con sus componentes a todo lo que le provoca el entorno. Todo el exterior es una caja de resonancia que emite e interactúa con nuestro organismo, que, a su vez, emite y provoca reacciones en el entorno, incluido, el humano. Este, más directamente que ninguno, puesto que son otros seres humanos los que, debido a su estructura molecular reciben con más nitidez y comprensión nuestras emisiones. La especie, y luego, el género. Ambos iguales, pero ligeramente diferenciados en la emisión y recepción debido a diferencias cromosómicas y de estructura biológica. Mas luego las diferencias entre los individuos, muy acusadas debido también a diferencias somáticas importantes, diferencias producidas y creadas por la propia herencia y la educación recibida, lo que llamamos cultura, que produce, a su vez, cambios en la estructura de comportamiento de cada ser vivo.

Dicho esto, volvamos a la cuestión implícitamente planteada en la cabecera de esta reflexión: la necesidad de un equilibrio físico para mantener actividades y actitudes, pues de eso se trata. Saber que el cuerpo sostiene el alma no es ninguna novedad. Conocer que ese alma es parte del cuerpo, parece que, en personas inteligentes, tampoco. Saber como determinadas sustancias químicas alteran, para bien y para mal, el cuerpo y el alma, pues tampoco parece que pueda provocar dudas. Entonces, ¿de que hablamos?. Hablamos de la valoración. Del lugar que ocupa cada enjuiciamiento, cada opinión. Un previo, eso sí, antes. Lo que llamamos “medicinas” y su abuso está fuera de mis planteamientos vitales. De hecho casi todos los medicamentos producen efectos secundarios negativos. Mejoran unos síntomas, curan algunas causas, pero perjudican algunos tejidos del organismo, pues, aunque los principios en que se fundamentan son naturales no se ha conseguido todavía el medicamento activo contra un desequilibrio orgánico que sea totalmente inocuo y no altere otros elementos. En cualquier caso, lo que es evidente es que la química aplicada ha salvado innumerables vidas. Algunas, de forma agresiva y dura, como el tratamiento de quimioterapia contra el cáncer, otras, de forma más suave pero eficaz, como el tratamiento antibiótico contra la infección. Que la penicilina ( una sintetización en laboratorio de una sustancia natural fúngica, la producida por el hongo Penicilium ) es uno de los grandes logros de la Humanidad, debe ser aceptado sin reservas. Y que una infección declarada no tiene mejor tratamiento, también. Dicho esto, ninguna persona en su sano juicio podría preferir una pastilla o una inyección a un libro de Borges o Cortázar, pero debemos reconocer lo difícil que es leer y asimilar con fiebre declarada, producto de la invasión de una bacteria que no respeta ni las mentes más preclaras.

A esta conclusión a la que llegó mi amigo David Nihalat cuando cogió una terrible gripe y estuvo dos semanas sin poder dar clases de Literatura en la Universidad de Adelaida, en Australia, conclusión que me comunicó en un largo y amistoso mail, semanas después de curarse con Amoxicilina. Hasta que la gripe no me ha atacado duramente este invierno, todas sus conclusiones me habían parecido ajenas a mi modo de ver las cosas, mas propias de un organismo debilitado por una coyuntura. Aun conservo su mail del verano pasado (invierno en las antípodas) y, hasta estos días, no había sido capaz de compartir sus tesis.

De todas formas y dado que más vale prevenir que curar ( algunos refranes no son tópicos, sino pequeños acopios de sabiduría) yo seguiré tomando mis cucharaditas de germen de trigo, lecitina de soja y, de vez en cuando, un poco de ginseng y raíz de vid con vitamina B12 en cápsulas) que mejoren la antesala y permitan que mi química se alimente y mejore naturalmente.

Emilio Porta

10 comentarios:

  1. Yo me doy al zumo de naranjas recién exprimidas y a la Echinacea purpurea. No me va mal. Y es que a ciertas edades hay que esmerar los cuidados. Un abrazo, don Emilio.

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  2. Y eso de las edades me lo dice usted, don Julio, un brillante explorador de los desiertos y selvas africanas, un tipo joven donde los haya. Pero seguiré su consejo ya que, ciertamente, el tiempo, cuentan los amigos de la Historia, que pasa. Yo, la verdad, nunca he creído que haya que tener cuidados especiales según avanza la cronología, pero si es cierto que el zumo de naranja y la echinácea son buenos preventivos. Curar, lo que se dice curar, ya es otro tema. En cualquier caso, Julio, gracias por tu visita. En un viajero impenitente detenerse en el blog de un amigo es muy reconfortante. Espero que, alguna vez me invites a Senegal, siempre que no haya que navegar el Sunu Gaal en canoa, que es como llegaron allá los primeros exploradores. Me gusta encontrarte porque siempre te asocio a África, que es, al contrario de lo que otros piensan, constante esperanza y futuro.

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  3. Muy interesante reflexión (y conclusión sobre todo) como es habitual en tu blog, Emilio. Se agradece, igualmente, el tamaño de la letra que nos permite leerte y disfrutar de la lectura con menos trabajo.

    Un placer.

    Abrazos

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  4. El placer es mío. Y más placer será seguir leyendo y escribiendo cuando pueda volver a la vida y alimentación natural dejando que el cuerpo siga sus procesos, químicos, pero naturales. Es curioso como la palabra química se disocia, normalmente, de lo natural, cuando la naturaleza y la vida se transforman continuamente a través de reacciones químicas naturales. Lo más natural, el origen de la vida, el agua, es una combinación reactiva de dos gases, el hidrógeno y el oxígeno. Quizás sea bueno comprender que la física y la química están indisolublemente unidas. Gracias por tu visita, Nines.

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  5. Mi abuela, y yo sé que te gustará la receta de Max, la sabia, nos daba el famoso ponche de huevo, con un poquito de coñac. Creo que era leche caliente, con huevo batido, miel y coñac pero ahora me parece todo un sueño y no sé si es correcta la receta.

    El caso es que nos íbamos a la cama con nuestras toses y malestares, y nos levantábamos al día siguiente estupendamente.

    Un abrazo de Ponche de huevo Port, y una buena bufanda para la moto. Aquí hoy han bajado las temperaturas dramáticamente, andamos con vaho al respirar por las aceras. Dicen, ojalá se equivoquen, que en unos semanas llegaremos a los -15. Desde ya siento que no estoy preparada, así que tendré que darle yo también al ponche de huevo, aaaaaay, qué frío.

    Besos

    Nel

    ;-D

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  6. La medicina actual( la alopática)solo cree en la energía de la persona cuando se manifiesta en el cuerpo físico como una enfermedad.Sin embargo la física cuántica , las biomatemáticas y la tecnología, a través de las imágenes cerebrales , de la percepción de neurotransmisores , han demostrado que en el mundo de la energía subatómica mente y cuerpo son lo mismo, la misma vibración, una vibración que nosotros podemos alterar o armonizar.

    Soy pragmática por naturaleza y convicción, pero la ayuda de variaciones en el modo de tratar los procesos de deterioro por enfermedad del cuerpo deben ,creo, tratarse en combinación con otros métodos menos "científico" pero no por ello rechazables.

    La interacción cuerpo-alma en cualquier acción humana es incuestionable, en la medicina también.Sin renunciar de un modo absolutamente irresponsable a los tratamientos médicos convencionales y sabes que hablo por experincia pura y dura.

    Abrazos, Emilio

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  7. Qué bien tener noticias tuyas, Nelken, aunque sean heladas. Yo creo que el invierno tiene su belleza. Es un momento para recogerse, pensar, sentir la llegada del frío y no temerle. Es un momento en que uno puede escribir y vivir las cosas de modo diferente. El invierno es mucho más interior que otras épocas del año. Y, en Escocia, en ese lugar que yo tanto recuerdo, que es Gran Bretaña, seguro que el modo de pasarlo te dejará luego una huella memorable.

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  8. Ya sabes que yo creo que todo acumula, Carmen. Soy un seguidor claro de los sistemas que tratan el cuerpo y su energía como un todo, por lo tanto, poco amigo de la medicina alopática salvo en casos extremos. Y un caso extremo es una infección barteriológica o vírica, bien es verdad que, en el caso de los virus nada se ha descubierto. Creo que somos pura energía, y, además, energía transmisible. Lo del Ibuprofeno es una pequeña broma, en primer lugar, contra mi mismo, tan amigo de todo lo natural. Pero luego, la broma, se convierte en un símbolo para demostrar lo importante que es la salud. Soy amigo del germen de trigo, de la lecitina de soja, del ginseng y de otras cosas que la naturaleza provee, lo digo en la entrada. Pero creo que lo mejor de todo es escuchar a tu propio cuerpo. El te dice lo que necesitas. Y, si de verdad creemos que hay energía curativa, encontrarla donde esté. Y aplicarla. En cualquier caso me ha gustado mucho lo que dices, porque, como siempre, es información comprobable. Y saludable. De todas formas, lo que más previene y cura es el pensamiento positivo. Y ser buena gente. Pero de verdad. Otra cosa muy necesaria es sentir que te gusta lo que haces, que tienes unas ciertas dosis de libertad y que eres más o menos feliz en tu entorno. El alma ( o sea eso...) necesita armonía exterior para que todo fluya interiormente. Un abrazo.

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  9. Afortunadamente no he tenido muchas oportunidades de medicarme (ni de que me mediquen), así es que no sé mucho sobre fármacos. En cuanto a la prevención de males menores, estoy con el primer amigo, zumito de naranja todas las mañanas, y así llevo ya tres años, ni un triste catarro en todo este tiempo. Es un poco rollo, la verdad, ponerte a exprimir naranjas recién levantada, pero ¿merece o no merece la pena?
    Besos, Emilio, siempre es un placer pasearse por aquí y charlar un ratito cuando hay tiempo para ello.

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  10. Hola, Frida. Que alegría verte por aquí. Creo que voy a cambiar definitivamente el título de la entrada. Lo voy a llamar: Zumo de naranja recién exprimido. Un seguro de escritura continuada.
    Sí, yo también creo que el cuerpo recibe mejor lo natural. Solo en caso extremo recurrir a las drogas. Y cualquier medicamento termina por serlo. Un abrazo.

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