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domingo, 12 de junio de 2011

ELLAS YA NO ESTÁN, PERO AÚN LAS RECUERDO.

A María Porta y Araceli Martín.

1.- En casa de mi abuela todo giraba en torno a la mesa camilla en la que esperaba a los nietos, en la que ella apoyaba sus manos y sus labores mientras íbamos, cada tarde, llegando. El nombre de mi abuela era María. María Porta. Era de Castejón, un pueblo de Cuenca. Siempre llenábamos su casa de pasos, que ella no oía, pues su sordera le hacía creer que la habitación era una nube en la que sus nietos aparecían de repente sin hacer ruido. Gracias al silencio de mi abuela, y a su bondad, recuerdo aquellas visitas como la primera piedra en que apoyé la mirada necesaria para ver el mundo con otros ojos. La historia de su nombre es la historia del mío. Supongo que el pasado es lo que nombra siempre nuestro presente.

2.- Ara era costurera. Era de un pueblo de Salamanca, de Béjar. Y allí, seguramente, la tierra del buen paño, aprendió a coser la vida desde muy pequeña. Tuvo que hacerlo desde muy pronto, pues a los catorce años se quedó a cargo de sus cinco hermanos menores. Ara aprendió a vestir y cuidar a sus niños, a sus hermanitos. Y a sacarlos adelante cosiendo. Un día, pasado el tiempo, aprovechando mi estancia en un campamento de verano en Candelario, mi madre la llevó de nuevo a Bejar, al santuario de la Virgen del Castañar, donde se casó, y adonde no había vuelto desde jovencita. Recuerdo a mi abuela subiendo aquellas escalinatas de piedra hasta la entrada y pensando que, después de todo, la vida tenía sus recompensas. Yo aprendí a leer con los tebeos que ella, con sus escasos ahorros diarios, me traía cuando venía casa. Ella también me hizo crecer.



15 comentarios:

  1. Siguen estando... en tu corazón.

    Una sonrisa.

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  2. María,sus labores en silencio y en el alma los pasos de los nietos, descubriendo la historia de un nombre: Emilio.

    Hay personas que dejan sus huellas por siempre. Como ellas.

    Saludos muchos. Buena semana.

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  3. Juan Carlos...me alegra mucho tu visita y tu comentario. Gran verdad. Nadie se va del todo si aún se mantiene su memoria. Y la memoria del cariño está en lo que llamamos corazón. Ahí la sentimos.

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  4. Gracias, Luna. Si, hay personas que dejan huella. Mis dos abuelas la dejaron en mí, a pesar de que las perdí muy pronto, antes de la adolescencia. Pero siempre sentí su cariño. Siempre fueron importantes para mí, pues yo sentía que era importante para ellas. Se notaba en su mirada, en su cuidado, en su modo de ser.
    Quien no tiene a una persona querida, y que ya no está, en el recuerdo...

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  5. Entrañable y bonito recuerdo de esas dos grandes mujeres. Siempre me emociona escuchar palabras de reconocimiento de las personas que marcaron nuestra infancia porque, como dices Emilio, "el pasado es lo que nombra siempre nuestro presente".

    Un abrazo.

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  6. El recuerdo de la infancia y de las personas que la habitaron se lleva indeleble toda la vida, no sé por qué, quizás porque la vida adulta no es más que la repetición de un sabor ya conocido.
    Yo apenas conocí a mis abuelos, pero siento gran respeto hacia la gente mayor.

    Un abrazo.

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  7. “ La historia de su nombre es la historia del mío. Supongo que el pasado es lo que nombra siempre nuestro presente.”

    Querido Emilio, el contacto con las personas siempre deja una huella en nosotros. algunas son imperceptibles, apenas leves roces, otras, sin embargo, profundas. Quizás las que recordemos con más cariño sean las que nos rodearon en la infancia. Esas personas son los primeros andamios de nuestro aprendizaje, nos ayudan a caminar en un mundo extraño, nos protegen...Somos sus herederos inmateriales de conocimientos y sentimientos.

    Preciosa entrada que, inevitablemente, nos trasporta hacia nuestra propia historia. Me ha gustado conocer a María Porta y Araceli Martín.

    Besos y un fuerte abrazo para l@s tres.

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  8. Precioso texto, querido Emilio, dedicado a dos mujeres, a dos pilares de una biografía y cimientos de una estirpe.

    Nuestra literatura, la literatura personal de cada uno, es la muestra que copiamos de nuestros recuerdos; y los recuerdos son las marcas que cincelaron en nosotros nuestros mayores. Ese es el gran legado del ser humano, el gesto expresado con generosidad suprema. Es la impronta que dejan en nosotros, en nuestra personalidad, los sentimientos de quienes nos amamantaron y cuidaron. Ese ejemplo se transmite de generación en generación. Por eso creo que cada vez están más vivos y presentes en nosotros quienes nos precedieron.

    María y Araceli estarán orgullosas de tí y encantadas con el homenaje que les haces.

    Un brazo, amigo.

    Alex.

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  9. Querida Nines...el pasado nombre nuestro presente...y el presente recoge ese pasado y toca el futuro. Siempre he creído en un continuo, no constante en su percepción cotidiana, pero si constante cuando hacemos que la memoria nos acompañe en la reflexión. Gracias por estar ahí.

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  10. Parece que esa frase te ha gustado, igual que a Nines, Mari Carmen...y la verdad es que, releída, da para una reflexion permanente. Somos producto de muchas cosas...pero, sin duda, de nuestra Historia en los otros y con los otros. Algunos de ellos ya no están...pero parece como si nunca se hubieran marchado, ¿verdad?. Si, ellos viven a través de nuestros pasos, de los sucesos de los que somos partícipes...viven en nuestra conciencia, no solo en el recuerdo. ¿Eran dos grandes mujeres mis abuelas? Para mí, en la memoria que de ellas tengo, si lo fueron. Por eso las he traído aquí. Gracias por compartir su presencia conmigo.

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  11. "Ese es el gran legado del ser humano, el gesto expresado con generosidad suprema" El gesto, que es su huella. Ese gesto, más que las palabras, es la imagen que se mantiene. En realidad esta entrada - aunque, finalmente, haga literatura también de un suceso personal - tiene un valor de testimonio y, como tú dices, de homenaje. Ellas no lo habrían imaginado nunca: que un nieto suyo fuera escritor...y que ellas quedaran en sus paginas. Gracias Araceli. Gracias María. Siempre os ví muy mayores y ahora empiezo a vislumbrar que no siempre fuístéis así. Pero esa memoria me toca inventármela. En fin, Alex, siempre empujándome tú también. Gracias también a tí.

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  12. Es raro, Emilio. Hace poco te dejé un comentario y no aparece.
    En fin, las personas mayores son como libros abiertos de toda una vida. Sólo hay que tener un poco de paciencia y consigues aprender hermosas lecciones.

    Un abrazo.

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  13. Que muy bello escrito.
    Como abuella me senti comovida.
    Abrazos

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  14. Bienvenida, Miriam. Ha sido una enorme alegría y recompensa para mi esta visita y este comentario. Muchas y sinceras gracias.

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  15. "En fin, las personas mayores son como libros abiertos de toda una vida" dices, Jose. Y es un precioso comentario. Si, todas las personas tienen páginas simbólicas...y podemos leer en ella. Podemos leer, precisamente, esa vida. La que pasa por ellas. Y, de alguna manera, nos transmiten. Un abrazo, Jose Antonio, y gracias por el comentario...

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