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domingo, 3 de julio de 2011

EL OFICIO Y LA ACCIÓN DE ESCRIBIR

“Para el escritor conformar un universo propio con las armas que tiene, el conocimiento del lenguaje escrito y su capacidad de observación y expresión, es crear su propia identidad y su ámbito de comunicación. El silencio y la palabra se combinan, incluso en los mensajes emitidos, con la interacción a través de esos elementos e incluso otros, como la imagen y la música, para establecer los lazos que conllevan el establecimiento de vivencias y situaciones compartidas que alejan el fantasma de la nada”

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3 comentarios:

  1. El silencio y la palabra se combinan...no solo en los mensajes emitidos, también en los recibidos. Esa esfera infinita e inabarcable de nuestros universos, de vez en cuando, produce acercamientos tangentes en sus sistemas solares generales y nuestros planetas y asteroides particulares casi se tocan. Esa es la energía de la vida: la que produce el acercamiento y el alejamiento constante de esa realidad en la que nos movemos y que no es más que percepción.
    Ese universo de la percepción es lo que mantiene identidades y encuentros. Es lo que conforma lo que llamamos vida propia. Y esa pertenece solo a nuestra conciencia personal. Al fin y al cabo, lo único que tenemos, lo único que nos pertenece. Lo demás es aire.

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  2. Buenos dias Emilio,

    Sou portuguesa, Professora e visualizei o teu blog, que tem mucho conteudo.
    Mi gusta tu poesia et la prosa também.

    Fuerte abrazo,

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  3. Querido Emilio:

    No estoy seguro de nada, porque cada vez sé menos de todo, y bien que lo siento, pero creo que la Literatura es un arte de tiempo, como la música. Sin embargo, la expresión escrita toma prestado el espacio de otras manifestaciones estéticas: la escultura, la pintura, la arquitectura... Quizá por eso hablamos de “puntos de vista”, de la cercanía y alejamiento del narrador respecto al escenario donde evolucionan con la acción los personajes, que, como tú me haces pensar, reinan y gobiernan en el universo de silencios y diálogos, en el latir rítmico y en el carácter gestual de esa vida imprescindible que creamos a nuestro alrededor para que el mundo, nuestro mundo, no muera.

    Ahora que no nos lee casi nadie, creo que un día de estos dejaré de ser escritor —quizá nunca lo he sido—. Voy a dedicarme a otra cosa, ya te diré cuál; pero sobre todo viajaré por los mundos que hemos creado nunca en los sitios de la nada, de donde han huido los fantasmas compartidos.

    Desde este exilio feliz, un abrazo, campeón.

    Alex

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