No me gusta compartir la realidad, sólo la irrealidad.
Por eso estoy en este blog. Por eso camino con facilidad por el mundo de los sueños. Todo lo que me rodea es irreal, aunque sea concreto. No imaginario, sino real en su irrealidad, tangible. Porque todo está teñido de la percepción de los deseos, de un modo de mirar, de ver. Personas, objetos…todo lo que forma parte de los entornos que otros dicen que es el mismo y que para mi es un espacio personal siempre diferente. Si a veces - no muchas y siempre con escasas personas - lo comparto, necesito que el que lo hace conmigo sea capaz de salir de lo que los demás llaman realidad, y hacerlo a través de la palabra, el gesto, o el silencio, que es un gesto también.
A veces compro pan, leche, trabajo en lo necesario, cobro, pago, me alimento - a deshoras bien es cierto y no como la mayoría lo hace normalmente - y monto en una pequeña moto urbana - que es una cabalgadura para que el tiempo no me aplaste y ella pueda llevarme, en pequeños vuelos circulares, dentro de la ciudad - o cojo el coche - poco - y pongo música para convertirlo en un habitáculo que me haga sentir su pequeño espacio aislado, su pequeño interior convertido en un lugar personal donde sólo caben aquellos que de verdad me acompañan, aquellos capaces de dar un salto en el vacío y escapar al universo propio de la libertad huyendo de tópicos y sendas predeterminadas, de las ideas y los conceptos imperantes, de falsas verdades…
Yo me muevo atravesando puertas...pero esas puertas no son siempre perceptibles. Mi puerta – una y varias - pasa de un mundo de explicaciones y de obligaciones a un mundo de implicaciones. Esa puerta me cuesta poco trabajo abrirla en mi mente…y demasiado en la realidad. Que también la habito, ciertamente. Es la que me permite abandonarla, la que me da de comer, la que me suministra la electricidad gracias a la cual transcribo mis sueños. Y los guardo. Y los conservo.
Por ello necesito escribir. Para fijar los instantes. Para retener las emociones y los pensamientos. Por eso mis habitaciones interiores están en perfecto orden aunque casi nadie entienda ese orden. Y las exteriores mantienen una apariencia de colores y formas mágicas, que intentan parecerse a una nave que viaja más allá de los límites de sus paredes, más allá de los confines determinados por la sociedad. Esa es la cuestión, la sociedad y sus modos, los conceptos que conlleva la existencia, la organización decidida y dispuesta por siglos de necesaria supervivencia colectiva. Y me llevo mal con ella, aunque la necesite. Porque entra en conflicto con mi libertad, no sólo de pensar, sino de ser. Y, sin embargo, es esa misma sociedad, bendita sea también, la que viene en mi auxilio cada día. La misma que, a través de los otros, me ofrece la posibilidad de escapar, pero también de vivir. Ella crea los marcos de mis actos, las figuras determinantes de mis recuerdos. Ella, el objeto de mi rechazo y, al mismo tiempo, el objeto de mi pasión.
Amo la vida, aunque me parezca terrible. Amo, o acepto, el dolor que me produce la ruptura de los sueños porque amo la gloria que también acarrea su existencia. Esa guerra dialéctica de la asunción de lo que pasa, de lo que es, está en la esencia de mi integridad, en la esencia de mi escritura. Escritura...el instrumento “ aprehendido” que me hace renacer, que me permite que pueda trasladar lo que, de otro modo, sería incomprensible. Ella me permite no estar destruido, ni destruir a los que quiero. En un escrito se puede decir lo mismo que en una mirada, pero de forma más extensa, más puntual, no siempre encontrándonos en presencia física, en la presencia real. En la escritura conozco, y me reconozco en los que son como yo.
Es la inteligencia emocional el único barco que deseo compartir. “Es mi barco mi tesoro, es mi dios la libertad, mi voz la fuerza y el viento, mi única patria la mar…” decía José de Espronceda, en ese poema sin música, pero llena de ella, que todos los que hemos estudiado literatura en castellano, conocemos y algunos amamos especialmente: La canción del pirata.
Creo que siempre he intentado ser un pirata. De pequeño, como un juego inocente, después como una actitud. Un pirata que no quiere robar nada a nadie, sólo navegar sólo o con una tripulación que entienda sus pequeños aislamientos en su puente de mando interior y que lleven el mismo rumbo o, al menos, un rumbo parecido.
Todo es elección. Elección, esa es la palabra, aledaño imposible siempre, trinchera de la libertad. Elección de camino, de actitudes, con respeto de individualidad y selección de cuaderno de bitácora. Sí, por eso estoy en esta página. No es una ventana concreta. Es mi modo mismo de andar, mi modo de mirar.
Parte de estas reflexiones, pertenecientes a mi libro Diario Sublunar, ya se encontraban en mi otro blog, Página Personal de Emilio Porta. No suelo entrar demasiado en temas personales, pero esta vez lo hago desde la perspectiva de una especie de pequeño manifiesto porque también el lector puede desear saber quien está al otro lado de lo escrito. Aunque lo escrito refleje suficientemente al propio autor. Para mi todo es Literatura. Y quien dice Literatura incluye cine, arte, expresión. La comunicación parte de compartir similares códigos de mirada y comprensión. Y por eso se produce mayor o menos empatia entre el que escribe y el que lee, entre el que crea y el que percibe, siendo todo, a la postre y finalmente, un proceso de ósmosis e interacción. Desde ese punto de vista he puesto esta entrada. Que empieza en mí...y termina siempre en el que lee. Yo mismo, cuando leo mis lineas me convierto en espectador. Lo que todos somos a la vez: actores y espectadores, pienso yo que en continua mezcla de papeles.
ResponderEliminarEs un reflejo de los que , al menos un poco, te conocemos...Un ejercicio de comunicación fabuloso. Un abrazo, Emilio.
ResponderEliminarTodo pensamiento es un reflejo, un destello del que lo emite. Estoy encantado, Carmen, de que ese destello te haya llegado a nivel personal. Gracias...y otro abrazo para tí.
ResponderEliminar"No me gusta compartir la realidad, sólo la irrealidad"... Suscribo esa frase así como suscribo gran parte (por no decir todo) del texto que le sigue. Mientras lo leía ya no estaba segura de ser actor o espectador...
ResponderEliminarEmociones. A veces pienso que navego en un mar de ellas. Ahora las escribo, no en papel, si en este mundo tan irreal como real que son los blogs.
ResponderEliminarY si, es como dejar volar los sueños y con ellos volamos tambien, y por qué no, ser piratas, princesas, hadas o duendecillos.
Razones. Razones hay muchas o ninguna a veces. Lo importante es sentir. Y abrir la puerta.
Un saludo enorme, Emilio.
Querido Emilio: ¡Cómo te entiendo!.
ResponderEliminarSi escribiese más, todo lo que haría sería repetir lo que has escrito. Quizá la única diferencia, para bien o para mal (mio), sería que trataría de escribir con los dos pies en el suelo, dejando entonces que la cabeza volase al espacia infinito que habito.
Te invito a mi Blog para leer algo que acabo de terminar. Sé que te gustará y que nos dará para charlar muchas tardes.
Un abrazo grande.
Nanny que tu suscribas esa frase...y parte o todo el texto, conociendo como escribes - y como eres por tanto - no es extraño. No hay más que pasear por tu textos, en NW y en tu blog para comprender esa identificación. Desde que nos conocemos - y nos conocemos a través de la escritura - los dos sabemos cuánto hay en común en la mirada que transforma las cosas en palabras, en oraciones, en pensamientos. Gracias por tu comentario. Es precioso.
ResponderEliminarQuien no te conozca, Luna, debe pasear por tus blogs. Y encontrará una persona y una creadora muy especial. Para mi sentir es la principal razón. Lo que llamamos sentir que no es algo separado del pensamiento, sino algo que debe confluir con él. Gracias por tu apoyo y tu navegación. Y por entender el rumbo.
ResponderEliminarSomos amigos, muy buenos amigos, por algo, Manuel. Ahora voy directo a tu blog, pero antes quería contestarte en esa confluencia, que, en tantas ocasiones, existe entre nosotros. La inteligencia y la sensibilidad son dos características a las que no eres ajeno en tus escritos...porque estos, cada vez lo tengo más claro, son inseparables de la persona. Un abrazo, Manu.
ResponderEliminarEmilio, amigo, cada vez que te leo me da la impresión de estar sentado en un confesionario, actuando de sacerdote, y escuchando con atención tus hondos pensamientos, para tratar de conocer tu inocencia o culpabilidad. Son tan hondas tus reflexiones, pero al mismo tiempo tan fáciles de comprender, que me dan ganas, como el sacerdote que identifico, de salir del confesionario y darte un abrazo, pidiéndote que me absuelvas tú a mí, por ser yo tan irremediablemente vulgar y no ser capaz de expresar mis sentimientos con la profundidad y claridad de tu verbo. Cuando escribes, te confiesas, cuando escribes, te acusas, e inmediatamente sales a la calle en busca de comprensión e intercambio de ideas. Te agradezco que intervengas en este blog, porque creas inquietud filosófica y literaria. Dices lo que sientes y lo transmites de una manera tan fácil, tan espontánea, que siempre me quedo a medias entre dialogar contigo o guardar tus escritos en mi pequeño cajón de los textos elegidos para releerlos al anochecer, cuando llega el silencio y el espíritu recibe las sensaciones nuevas de alguien que comparte tu existencia, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Un fuerte abrazo, Emilio.
ResponderEliminarAquí estamos, querido Emilio, en este mundo irreal pero real, irreal pero no imaginario -porque hablamos de pensamientos, percepciones y sentimientos- contemplando esta interesante y profunda radiografía de tu forma de ser, de ver, de caminar y de compartir no exenta de belleza y, por lo que se deduce de los comentarios de los compañeros, de mucha empatía.
ResponderEliminarTod@s nos debatimos entre la realidad y los sueños, entre la conveniencia y la convivencia ...Una relación de amor y odio con una sociedad que nos reduce el espacio de libertad pero que sin embargo, como bien dices, viene en nuestro auxilio a través de los otros.
Lo que está claro es que, independientemente de si la realidad empuja a los sueños o si los sueños empujan la realidad, amamos la vida y, como mínimo, necesitamos hallar un equilibrio entre el ser y el estar. Difícil y ardua tarea, pero así es la vida.
Gracias por dejarnos conocerte un poco mejor y como dice Espronceda:
“Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor. “
Besos y un fuerte abrazo.
Querido Fernando...Me honras con tu comentario y con tu amistad. Sabes que uno de los mejores recuerdos de este año fue la presentación de tu libro en Torrelodones. Una jornada que llevaré siempre en el corazón. La jornada y a ti, que es difícil no guardarte en la memoria. Si hay un escritor con sensibilidad eres tú y es algo que todos los que conocen tu escritura corroboran. Un gran poeta y un gran narrador. Y un magnífico amigo. El comentario es de altura porque, además,te sale del alma. Y no es un alma cualquiera. Lo leo y lo releo y me siento comprendido y querido, que es más importante que reconocido, aunque por ti lo sea en demasía a veces. Para esto sirve el lenguaje escrito. Para transmitir. Lo que has hecho en tu comentario tiene para mi un valor excepcional. Porque conlleva arte literario y emoción. Aunar ambas es lo único que me interesa en un autor. Y tu lo consigues en tu obra...y en esta pequeña misiva. Un fuerte abrazo...y gracias. Muchas gracias.
ResponderEliminarY que puedo decir también de tu excepcional comentario, Atxia. Recoges tan bien la esencia de lo que digo, que, en este caso, es lo que soy..."Independientemente de si la realidad empuja los sueños o si los sueños empujan la realidad" dices, como si fuera materia controvertida. Y no lo es...porque para mi la realidad está en el sueño y se abrocha siempre en él aunque a veces el despertar diario nos baje de la nube. Es una nube creada por nosotros lo que habitamos, no por otro Creador. Cada uno crea su nube particular y, a veces, la comparte con los que saben dibujar nubes similares. Y hablas de valor...Sí, el valor de afrontar los sucesos y nuestra propia circunstancia, la elegida ( o aparentemente elegida) y la obligada. De vez en cuando deseamos hacer tabla rasa de algunas cosas... pero no es posible...por eso hay que saber muy bien lo que hacemos y decidimos y tratar de no equivocarnos mucho. Un modo de no equivocarse demasiado es el silencio. Lo que yo entiendo por silencio que no es no hablar...sino decir lo justo. Lo necesario. Lo demás se puede transmitir por la escritura. Si somos escritores...y lo somos, ¿no, Atxia?. Un beso y gracias por tu comentario. Dice mucho.
ResponderEliminarUna persona - singular sin duda, pero que no desea aparecer - me envía un texto del que yo extraigo estas palabras esenciales. No suelo publicar textos no firmados ni anónimos, pero voy a hacer una excepción con estas palabras:
ResponderEliminar"Los precarios muros de artificio que levantamos cada día separan nuestra cotidianeidad de la de los otros, incluso los iguales o los que sienten y reman en la misma dirección... ¿Qué sabe la gente de códigos e identidades? ¿del poder de la mente? ¿de la esencia y la apariencia? ¿de la fuerza del deseo? ¿de lo que entraña el silencio? ¿Qué sabe la gente de la gente?..."
Es un hermoso texto, unas bellas palabras que no deberían quedar en el anonimato. La verdadera Literatura, que es siempre vida, no debe quedar oculta, perdida. Por eso traigo este texto aquí.
Querido Emilio, lo primero agradecerte que hayas cambiado la letra de estas interesantes razones para degustar a pequeños sorbos, como en todas tus reflexiones, y lo segundo felicitarte por el contenido y la forma que nos transmiten.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Nines.
"En la escritura conozco, y me reconozco en los que son como yo". Querido Emilio, esta lectora suscribe todo lo que expresas en este emocionante texto que ha humedecido mis ojos. La mente, a veces, nos aleja de la realidad que no nos gusta. Es un paseo de ida y vuelta para el que no necesitamos acompañante. Y aunque siempre volvamos, nos queda el sabor de lo vivido y la fantasía de poder alejarnos cuando lo deseemos. De niña, los días de lluvia, solía coger un paraguas de mi madre, y en un rincón del jardín de mi casa escuchaba, sumida en mis pensamientos, el sonido del agua al caer sobre él. En esa etapa de mi vida ya necesitaba ese aislamiento emocional que me trasladaba a un mundo de fantasías.
ResponderEliminarCreo que en algo nos parecemos, aunque yo, jamás podría expresar mis sentimientos de una manera tan profunda como lo haces tú. Me conformo con que,en este momento, como lector puedas entender lo escrito.
Un besito.
Querida Mila...Este texto lo escribí hace tiempo, forma parte de un libro inédito con bastantes páginas ya...pero que siempre puede aumentar, Diario Sublunar. Un libro de reflexiones sobre la vida, las cosas...Este minicapítulo no tenía título. Y le he puesto razones por varias razones...pero quizás la más clara de entender es porque explica un poco como yo me veo y veo al mirar...Es posible que le cuadre mejor emociones porque, finalmente, no hay más razón auténtica que la emoción. Gracias por acompañer el texto y, con ello, acompañarme a mí.
ResponderEliminarEs hermoso, fértil y productivo reflexionar y comunicar.
ResponderEliminarSigo disfrutando.
Saludos
Y yo sigo encantado de que así sea, Marian.
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