Es como si el mundo fuera un inmenso barco a la deriva
en el que no caben ya los pensamientos.
Perdido en medio del oceáno,
solo la memoria de algunos hombres
recuerda su puerto de origen.
No hay más ruta que el fondo, ni más compás que las estrellas.
Los marineros trabajan en silencio
surcando el desconcierto de la incertidumbre.
Espuma de las olas en el horizonte
y paredes de agua salada con el color de la esperanza
enmarcan la extraña navegación.
! Todo a estribor ! grita el capitán fantasma de la nave.
Y nadie le escucha. Nadie escucha a los entes de ficción.
Varios meses, muchos, después de mi última entrada, transcribo otra página sacada de mi baúl. En estos días donde el mundo se debate en medio de la incertidumbre y el horror escribir no puede ser un lujo. Nunca debería serlo. Solo quiero mantener el vínculo de unión con el presente y el pasado - que seguramente enlaza con el futuro de modo circular, como dijo T.S. Eliot- volviendo a abrir el libro. El libro continuo de nuestra identidad como seres humanos. Y lo hago del modo en que mejor sé. Reflexionando y dejando que vuelen la emoción y el pensamiento. Ambos tan constreñidos, cada día, por la llamada realidad.
ResponderEliminarDe visita en tu blog.Te invito a leerme.Mi saludo con infinito respeto.
ResponderEliminar