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martes, 22 de noviembre de 2011
ELEGIDA PARA LA GLORIA
sábado, 12 de noviembre de 2011
DE NETWRITERS
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De Pabl@.
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De Port "La dulce mentira de la realidad"...Creo que, a pesar de todo, somos afortunados. Al menos nos ha sido dado el don de vivir en un doble plano, el del hecho y el del pensamiento. La imaginación convierte los sucesos en un continuo sueño. Finalmente, en esa nebulosa con huellas concretas que es la vida pasada, todo tiende a mezclarse, que no confundirse. El balance, lo que importa es el balance. Y eso es lo que da la sensación de pérdida o no pérdida. Yo trato de que el tiempo no me gane la partida. Y por eso dejo escritos, fotos, memoria, vida, como señales del camino. |
domingo, 6 de noviembre de 2011
FÍSICA Y QUIMICA
Ibuprofeno y otros complementos que permiten seguir leyendo.
Y viviendo. Hace mucho tiempo que se que el ser humano es física y química. Una estructura de tejidos relacionados entre sí a las que el cerebro dirige a través de su casi infinita red de neuronas. El sistema simpático y el parasimpático determinan nuestras actitudes y movimientos y permiten las respuestas adecuadas o inadecuadas no solo de nuestra mente, sino de nuestro extraño corazón, un órgano que hace a la vez de motor y de caja de los sentimientos, al menos así lo hemos determinado, y así lo percibimos. Sobre las teorías últimas de que en el corazón existen neuronas y sus correspondientes dentritas no me voy a pronunciar pues, ni conozco los últimos estudios aparecidos en Estados Unidos al respecto, ni soy un científico. Lo que si parece fuera de toda duda es de que hasta las más elementales reacciones intelectuales y todo tipo de sensaciones se producen en un entorno físico alimentado por lo que llamamos reacciones químicas. Dado que esto es así, voy a expresar ahora mi postura sobre el tema concreto de los equilibrios y los desequilibrios en el recipiente y sus subidas y bajadas. En primer lugar debo declararme naturista. Pero no naturista ciego. Yo creo que el cuerpo es sabio y reacciona de acuerdo con sus componentes a todo lo que le provoca el entorno. Todo el exterior es una caja de resonancia que emite e interactúa con nuestro organismo, que, a su vez, emite y provoca reacciones en el entorno, incluido, el humano. Este, más directamente que ninguno, puesto que son otros seres humanos los que, debido a su estructura molecular reciben con más nitidez y comprensión nuestras emisiones. La especie, y luego, el género. Ambos iguales, pero ligeramente diferenciados en la emisión y recepción debido a diferencias cromosómicas y de estructura biológica. Mas luego las diferencias entre los individuos, muy acusadas debido también a diferencias somáticas importantes, diferencias producidas y creadas por la propia herencia y la educación recibida, lo que llamamos cultura, que produce, a su vez, cambios en la estructura de comportamiento de cada ser vivo.
Dicho esto, volvamos a la cuestión implícitamente planteada en la cabecera de esta reflexión: la necesidad de un equilibrio físico para mantener actividades y actitudes, pues de eso se trata. Saber que el cuerpo sostiene el alma no es ninguna novedad. Conocer que ese alma es parte del cuerpo, parece que, en personas inteligentes, tampoco. Saber como determinadas sustancias químicas alteran, para bien y para mal, el cuerpo y el alma, pues tampoco parece que pueda provocar dudas. Entonces, ¿de que hablamos?. Hablamos de la valoración. Del lugar que ocupa cada enjuiciamiento, cada opinión. Un previo, eso sí, antes. Lo que llamamos “medicinas” y su abuso está fuera de mis planteamientos vitales. De hecho casi todos los medicamentos producen efectos secundarios negativos. Mejoran unos síntomas, curan algunas causas, pero perjudican algunos tejidos del organismo, pues, aunque los principios en que se fundamentan son naturales no se ha conseguido todavía el medicamento activo contra un desequilibrio orgánico que sea totalmente inocuo y no altere otros elementos. En cualquier caso, lo que es evidente es que la química aplicada ha salvado innumerables vidas. Algunas, de forma agresiva y dura, como el tratamiento de quimioterapia contra el cáncer, otras, de forma más suave pero eficaz, como el tratamiento antibiótico contra la infección. Que la penicilina ( una sintetización en laboratorio de una sustancia natural fúngica, la producida por el hongo Penicilium ) es uno de los grandes logros de la Humanidad, debe ser aceptado sin reservas. Y que una infección declarada no tiene mejor tratamiento, también. Dicho esto, ninguna persona en su sano juicio podría preferir una pastilla o una inyección a un libro de Borges o Cortázar, pero debemos reconocer lo difícil que es leer y asimilar con fiebre declarada, producto de la invasión de una bacteria que no respeta ni las mentes más preclaras.
A esta conclusión a la que llegó mi amigo David Nihalat cuando cogió una terrible gripe y estuvo dos semanas sin poder dar clases de Literatura en la Universidad de Adelaida, en Australia, conclusión que me comunicó en un largo y amistoso mail, semanas después de curarse con Amoxicilina. Hasta que la gripe no me ha atacado duramente este invierno, todas sus conclusiones me habían parecido ajenas a mi modo de ver las cosas, mas propias de un organismo debilitado por una coyuntura. Aun conservo su mail del verano pasado (invierno en las antípodas) y, hasta estos días, no había sido capaz de compartir sus tesis.
De todas formas y dado que más vale prevenir que curar ( algunos refranes no son tópicos, sino pequeños acopios de sabiduría) yo seguiré tomando mis cucharaditas de germen de trigo, lecitina de soja y, de vez en cuando, un poco de ginseng y raíz de vid con vitamina B12 en cápsulas) que mejoren la antesala y permitan que mi química se alimente y mejore naturalmente.
Emilio Porta