Un día cayó una estrella en mi camino.
Tenía una luz especial, nacía de dentro.
Iluminó los pasos en la noche.
Calentó el hielo y deshizo
la escarcha acumulada.
Las estrellas sobrepasan el tiempo,
el tiempo escaso de nuestras referencias.
Quizás vemos alguna ya apagada.
No con la mirada de la mente física.
Estrellas que ya no existen
más que en su reflejo.
Pero, que, como la luz de algunos faros,
permanecen mientras no nos rindamos
a lo que muestra la vida en apariencia.
Todo está ahí, más allá del lenguaje,
incluso más allá del pensamiento.
Líneas guardadas como fotografías
que se rebelan contra la oscuridad
y el amargo sabor de la evidencia.