miércoles, 22 de mayo de 2013
PENSAR
Pensar, decía un conocido filósofo de nuestro tiempo, es importante para vivir. No especular, no pensar sobre lo insondable, aquello que no nos es dado poder resolver. Pero sí pensar en lo que tenemos y en lo que no tenemos, en cómo se hace el camino, cual es el nuestro, cómo podemos movernos sin dejar de respirar, cómo contribuir a que el planeta se mueva con justicia, paz y armonía, sin que nos arrolle en sus giros, cómo respetar a los otros y que los otros nos respeten, cómo convivir y, a la vez, no dejar que las costumbres o los comportamientos sociales nos aneguen. Pensar para vivir. Para ser. Para poder ser. Analizar para elegir nuestro espacio y conservarlo. Esa habitación propia exterior e interior, tan necesaria - aunque sea pequeña - para desarrollar la existencia en libertad, sin olvidar ( no hay que llegar a la anulación, pues todo entonces sería inútil ) la solidaridad. Pensar es plantearse qué sí y qué no. Pensar es, una vez que, irremediablemente, estamos dentro de la vorágine del mundo, qué nos vale de él y qué nos sobra.
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